martes, 18 de agosto de 2009

Suelta los cacahuates.

Alguna vez, escuche de la voz de un conferencista una interesante historia, esta hablaba de algún lugar de África, en el que la gente se come a los monos, y para poder atraparlos, meten en un botecito algunos cacahuates y lo depositan en el suelo, debajo de un árbol, entonces el mono baja de la copa del árbol y mete su mano en el bote, pero la boquilla del bote es tan pequeña, que cuando el mono cierra el puño con los cacahuates dentro de su mano, no la puede sacar y es tanta la decisión de aquel animal que no dejará esos cacahuates, aun cuando se acerque el humano y le ponga un rifle en la cabeza… Obviamente este es el final de la historia, el mono muere por su decisión.

Esto es similar a nuestra vida, hay pequeños “cacahuates” que amamos y que no nos dejan ser libres, pero al final el pecado mata (Romanos 6.23)

¿Cuáles pueden ser los cacahuates?

Puede ser: La mentira, el chisme, el hablar mal de otros, en los jóvenes y adultos mirar pornografía, en las señoritas, el dejar que las manoseen, etc
Esos son los cacahuates, cosas malas que no podemos dejar.
Pero si realmente anhelas dejarlas, por que ya estás harto de esas cosas, debes arrepentirte. El arrepentimiento es un cambio en la mente, el cual también se nota en la manera de vivir. El arrepentimiento conlleva “Confesión”.
¿Por qué es necesario confesarlo?

La confesión expone el pecado, entonces el pecado es avergonzado y es más fácil dejarlo. Además de que cuentas con el apoyo de tus autoridades (pastor, líder, etc.) y esto ayuda aun más a abandonar tu mala manera de vivir. (Santiago 5.16)

Dios te libra de tus enemigos, no de tus amigos.

Si tu amas tu pecado, amas mentir, robar, etc. Realmente tu pecado no está siendo tu enemigo, si no tu aliado.


Primero: Debes detectar tus “cacahuates” y dejar de verlos como tus amigos.

Segundo: Debes acercarte a una autoridad de tu Centro Cristiano y pedirle ayuda, confesarle tus pecados (soltar los cacahuates), para que te aconsejen y puedan darte soluciones para dejar esas cosas que te están haciendo daño.

Tercero y más importante: Mantente en contacto con Dios (confiésale tu pecado), a través de la oración, y lee la Palabra de Dios.

Quien encubre su pecado jamás prospera;

Quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. (Proverbios 28.13)


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